Este Articulo sobre el concierto de Avandaro aparecio en el Libro                   "Nosotros"

Tres hechos históricos registrados en menos de tres años condicionan la vida social, política y cultural de México. Tres hechos que aparecieron aislados pero que tienen una estrecha interconexión. O tal vez, pensándolo bien, son consecuencia encadenada uno del otro y del otro.
En 1968 el mexicano común readquiero un interés por la cosa publica. Por alguna causa todavía no bien estudiada salió a la calle, grito, pinto paredes, coreo injurias, participo en manifestaciones pero, sobre todo, y esto es lo mas importante, cuestiono y puso en duda muchos de los principios que eran tabú tradicional. La tormenta del 68 culmina en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre y deja un profundo resentimiento, producto tanto del terrible hecho en si como de la falta de una adecuada explicación de lo ocurrido.
El 10 de Junio una manifestación callejera es disuelta con una violencia homicida, con una crueldad innecesaria, con una alevosía, tan sorpresiva que el mexicano común sufre un nuevo estremecimiento. Otra vez el hecho en si y la falta de claridad en cuanto a los origines, a las causas, a los móviles, hace que anide un rencor retorcido en millones de personas.
Y luego viene Avandaro. ¿ Y que tiene que ver un concierto de música moderna al aire libre con la sangre derramada? Mucho. Porque también en este caso, como en los dos anteriores las razones no se han aclarado y establecido una relación de causa-efecto, este, Avandaro, es un resultado de la crisis de debilidad que los dos acontecimientos anteriores han dejado en la conciencia ciudadana.
Porque la pregunta sigue siendo ¿A que fueron a Avandaro mas de cien mil muchachos? No a fumar mariguana, no a una orgía, no a una borrachera denigrante como las organizadas todas las noches en México y en Acapulco para gusto y provecho de los cronistas de sociales a todo color. No fueron a eso. Tal acusación ha sido una formula cómoda para quienes creen que pueden evitar una tempestad simplemente con decir que no hay tormenta.
Seria ingenuo pensar que tantos muchachos fueron a Avandaro a buscar a los culpables de 1968 o a cazar halcones. No fueron a eso, porque los jóvenes no son tontos y si de cazar halcones se trata no habrían hecho tan largo viaje hasta Avandaro bajo la lluvia, a pie, padeciendo molestias. No fueron a buscar allá a los culpables, pero fueron empujados por ellos, porque los jóvenes, los jóvenes estudiantes, los jóvenes obreros, los jóvenes artesanos, los jóvenes músicos, los jóvenes empleados, los jóvenes aprendices, los jóvenes chóferes, todos los jóvenes que fueron, fueron a buscar algo mas importante que un halcón; algo en que creer. Y a estas alturas si en algo cree la juventud, la juventud como un estado mental y no como una pasajera condición física, es en si misma. Fueron a reunirse porque creen en ellos y dudan de los demás. Fueron para encontrar ahí la verdad; no la oculta verdad de un problema policiaco, sino la Verdad.

Avandaro no es un problema aislado. Encaja, como en los viejos cuadros costumbristas de Bruegel: las pequeñas escenas, dentro del panorama general. No se entiende Avandaro sin un 1968, sin el 10 de junio. No se entiende la juventud de 1971 sin la pasión de estos tres años y sin experiencia que no nos han dado.
Como ocurre con los fenómenos históricos, estos últimos de México han fortalecido el espíritu y la voluntad y han acumulado una experiencia que no se pierde. Avandaro ha provocado pánico en los ignorantes, en los aferrados a un pasado que se fue para siempre, pero es motivo de meditación y de estudio de mexicanos ha madurado en tres años mas que la anterior en treinta.

Jacobo Zabludovky